martes, 11 de enero de 2011

Casimiro el hombre de 200 años


El cubano José Antonio Casimiro se ha convertido en los últimos años en un campesino de referencia mundial por el uso de las técnicas agroecológicas y de la permacultura  por preservar junto con su familia  una de las fincas más sobresalientes del país y contribuir al desarrollo sostenible.  
Por la notable contribución al Programa Nacional de Conservación y Mejoramiento de Suelos, por el uso de medios no convencionales de energía y el desarrollo de inventivas sin precedentes en la mecanización agrícola, José Antonio Casimiro ostenta el título de Científico Natural.

En el patio de su casa,  en Siguaney, en el municipio Taguasco de la provincia de Sancti Spíritus  entrevistamos al emblemático Casimiro, una gente nuestra, de la tierra espirituana, recuerda: “Hacen 19 años que vine a trabajar para la finca pero todavía viviendo en el pueblo, luego a los dos años, nos habíamos enamorado lo suficiente como para aventurarnos la familia a vivir en ella definitivamente.
Fueron muchas experiencias, sacrificios y riesgos inútiles adquiriendo turbinas diesel, tubos de aluminio, haciendo embalses, comprando fertilizantes, combustibles, piezas de repuesto, matando ilusiones en cosas que no lo merecían.
Cuando aprendí a ponerle precio a todo, sin ser economista, veía que le estaba tirando a palomitas que quería para sopa, con obuses de 250 mm, ni plumas quedaban de cada tiro, pero cada uno, costaba cientos de aquellas aves.
Siempre oía decir que en el campo se hacía mucho dinero, que qué rico era vivir en él y toda una leyenda de mil cosas que no se parecen a esta realidad que hemos ido descubriendo día a día y año por año”.

José Antonio Casimiro se ha convertido en una leyenda, él asegura: “ Debe reclamarse apoyo de todos, y promover la idea de que esta agricultura artesanal familiar, sí puede competir si se priorizan convenios justos que permitan vender productos elaborados derivados de la leche, como quesería ecológica, mantequillas, yogurt, cárnicos, encurtidos, vegetales, especies secas, mermeladas, dulces, panela, melado, pastas.
También podía pensarse en el turismo ecológico que paga la estancia trabajando, o de otras vías que generen ingresos a estas atrayentes formas de vida y así quizás, no halla que reclamar certificaciones o subsidios.
Se podría crear un fondo de tierras de las que están perdidas de marabú, erosionadas, o las que no hay manera de mecanizar, y darlas en propiedad a familias que estén dispuestas a llevar a la práctica sus sueños, en algo que les pertenezca y que pueda ser heredada por los descendientes. Una cantidad de años sin impuestos, créditos a largo plazo, reconocimiento social, apoyo, protección local y nacional a las producciones agroecológicas. En Cuba esto sí se puede hacer, es imperioso que se haga, el mundo de la pequeña finca, los agroecológicos y permacultores de todas partes, esperan por el único país del mundo en condiciones sociales, culturales y naturales para hacerlo. Sueño con una revolución del campo por este camino”.
 En los siguientes videos José Antonio Casimiro nos cuenta de su familia, de la  finca y de sus sueños, en una de estas entrevistas nos afirma que todo lo que hace él con sus hijos y su esposa los puede llevar a vivir 200 años.
 

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